viernes, 28 de agosto de 2009

POR EL AMOR DE DIOS


Damien Hirst es un “artista” británico de los que causan cierta estupefacción, con sus gafas al estilo de Elvis Costello dicen que, es uno de los artistas vivo mejor valorado del mundo y desde luego que, ni es con el pincel ni el cincel o la batuta, “ver para creer”.

Provocador y controvertido con sus creaciones perturba a cualquier mente digna con mínimas inquietudes artísticas, solo tiene que disponer del animal que la noche anterior se le haya cruzado por su cabeza y al día siguiente introducirlo en una urna llena formol.

Le da igual, cebra, tiburón, mariposa, cerdo o becerro el reino animal le proporcionará inagotables fuentes de materia prima para conseguir su cometido, aunque en el año 2006 un tiburón tigre conservado en formol y comprado por el coleccionista Steve Cohen, empezó a mostrar signos de putrefacción, rápidamente tuvieron que cambiárselo, parece ser que, al escualo, se le indigestó el líquido conservante.

Pero “Por el amor de Dios” es la obra cumbre de todas sus genialidades, una calavera humana con 8.600 diamantes incrustados, todos relucientes, una masa ósea luminosa y espléndida donde las haya y que tanto beneficios le dio en su día, aunque aseguran que, cuando fue vendida en la sala de subastas de Sotheby´s, en la New Bond Street de Londres a un grupo de empresarios anónimo por 50 millones de libras, estaba integrado por el propio Hirst, su contable Frank Dunphy y los propietarios de las galerías donde regularmente exhibe en Londres y Nueva York (Jay Coplin y Larry Gagosian) posiblemente una maniobra maquiavélicamente planeada.

Sinceramente me rindo a sus pies pero, no se asusten, no por sus creaciones artísticas, sino por su cuenta bancaria que, crece, crece y crece hasta llegar, dicen, a unos 1.250 millones de euros y claro para conseguir dicha cantidad, este buen hombre ha tenido que trabajar muy duro para ingeniárselas de forma y modo de que el marketing que le rodea sea lo más efectivo posible, es un gran artista de las finanzas, un “ávida dollars”.

Luego llegan las exposiciones, vídeos, fotografías sacando la lengua, o extendiendo los brazos detrás de una caja acristalada llena de moscas ¡gran artista! y luego dirán que, los que criticamos este tipo de fabricantes de objetos anodinos, somos unos retrógrados o estamos anclados en el pasado ¡el arte debe avanzar acorde a los tiempos que vivimos! totalmente de acuerdo pero, no engañando a la gente como hace este personaje, un “sublime con pies de cartón”.

A lo largo de la historia desde que el hombre es hombre, han surgido grandes artistas, genios de las bellas artes y citarlos a todos necesitaría un día entero o más, pero que, no nos tomen por imbéciles o quieran hacernos creer que por el agujero de una aguja puede colarse el Titanic y luego hundirlo en un tapón de cerveza.

Hoy por hoy exclamo: ¡Por el amor de Dios! que, se pare de una vez por todas este tren perdido, sin rumbo fijo, lleno de cazadores de utopías, estafadores y charlatanes que, cuando se apean en un andén despliegan sus colecciones de piezas más inverosímiles y sus seguidores, aconsejados por sus asesores artísticos, adquieren la tan valorada pieza para mostrarlas a sus amistades, diciéndoles, ¡este cocodrilo lo adquirí en Sotheby’s y me costó 1.000.000 de dólares, pero que no cunda el pánico está muerto y metido en formol!

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